El ejército de Aníbal se dirigía a Italia y para ello tenían que atravesar la cordillera de los Alpes.
Hacía mucho frío. Miraran donde miraran, no había ni un solo rincón que no estuviera helado. Los días eran soportables, pero por las noches cientos de hombres se hallaban muertos por las extremas temperaturas. Y no solo los hombres, los animales también. Después del sufrimiento, el ejército de Aníbal consiguió llegar a su destino...
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